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Pericarditis

La pericarditis es una inflamación del pericardio, que es la membrana que rodea y protege el corazón. El pericardio consta de dos capas delgadas: una capa externa fibrosa llamada pericardio parietal y una capa interna serosa llamada pericardio visceral o epicardio. Entre estas dos capas, existe un espacio llamado espacio pericárdico, que normalmente contiene una pequeña cantidad de líquido que actúa como lubricante para permitir el movimiento suave del corazón en el interior del pericardio.

Cuando el pericardio se inflama, se produce la pericarditis, y esta inflamación puede causar dolor en el pecho, entre otros síntomas.

Algunas de las posibles causas de la pericarditis incluyen:

Infecciones: Las infecciones virales, como los virus del resfriado común o la gripe, pueden causar pericarditis. Las infecciones bacterianas y fúngicas menos comunes también pueden ser responsables.

Enfermedades autoinmunitarias: Trastornos autoinmunitarios, como el lupus o la artritis reumatoide, pueden desencadenar pericarditis.

Traumatismo torácico: Lesiones en el pecho, como un accidente automovilístico o una caída, pueden provocar pericarditis.

Ciertos medicamentos: Algunos medicamentos, como la hidralazina y la isoniazida, se han asociado con la pericarditis.

Infarto de miocardio: En algunos casos, la pericarditis puede ser una complicación de un ataque al corazón.

Cirugía cardíaca: La pericarditis postoperatoria es una forma de pericarditis que puede ocurrir después de una cirugía cardíaca.

Los síntomas de la pericarditis pueden variar, pero uno de los síntomas más comunes es el dolor en el pecho, que a menudo se describe como un dolor agudo o punzante en el centro del pecho o en el lado izquierdo. El dolor puede empeorar al toser, moverse o acostarse boca arriba. Otros síntomas pueden incluir fiebre, dificultad para respirar, fatiga y palpitaciones cardíacas.

El diagnóstico de la pericarditis suele basarse en la evaluación de los síntomas, un examen físico, análisis de sangre y pruebas de imagen, como una ecocardiografía o una resonancia magnética cardíaca.

El tratamiento de la pericarditis depende de la causa subyacente y de la gravedad de los síntomas. En algunos casos, la pericarditis puede resolverse por sí sola con reposo y medicamentos para aliviar el dolor y la inflamación, como los antiinflamatorios no esteroides (AINE). En otros casos, puede ser necesario tratar la causa subyacente, como una infección, una enfermedad autoinmunitaria o ajustar los medicamentos que podrían estar contribuyendo a la pericarditis.

La pericarditis generalmente responde bien al tratamiento adecuado y la mayoría de las personas se recupera completamente. Sin embargo, es importante buscar atención médica si experimentas síntomas de pericarditis, ya que un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden ayudar a prevenir complicaciones graves.

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