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Muerte cardiaca súbita

La muerte cardíaca súbita (MCS) es un evento inesperado y repentino en el que el corazón deja de latir de manera eficaz, lo que resulta en la detención inmediata del flujo sanguíneo y la función cardíaca. Ocurre de manera brusca y sin previo aviso, y generalmente lleva a la pérdida de la conciencia y al cese de la respiración en cuestión de segundos. La MCS es una emergencia médica grave y, si no se trata de inmediato, puede ser fatal en la mayoría de los casos.

La MCS es a menudo causada por una arritmia cardíaca potencialmente mortal, la más común de las cuales es la fibrilación ventricular. En la fibrilación ventricular, los ventrículos del corazón (las cavidades inferiores) comienzan a contraerse de manera caótica e ineficiente en lugar de latir de manera coordinada y eficaz. Esto impide que el corazón bombee sangre oxigenada al cuerpo y al cerebro, lo que lleva a la pérdida de la conciencia y a la MCS en cuestión de segundos.

Las causas de la MCS pueden variar y pueden incluir:

Enfermedad coronaria: La obstrucción de las arterias coronarias, que suministran sangre al corazón, puede aumentar el riesgo de arritmias mortales.

Cardiopatía estructural: Anomalías cardíacas congénitas o afecciones que afectan la estructura del corazón pueden aumentar el riesgo de MCS.

Arritmias cardíacas: Las arritmias, como la fibrilación ventricular o la taquicardia ventricular, pueden desencadenar MCS.

Hipertrofia cardíaca: Un agrandamiento anormal del músculo cardíaco puede aumentar el riesgo de arritmias y MCS.

Factores de riesgo cardiovascular: La hipertensión arterial, el tabaquismo, la obesidad y la diabetes son factores de riesgo que aumentan la probabilidad de MCS.

Es importante destacar que la MCS puede afectar a personas de todas las edades, incluso a personas jóvenes y aparentemente sanas. En muchos casos, la primera manifestación de una enfermedad cardíaca subyacente es la MCS.

El tratamiento de la MCS debe ser inmediato y puede incluir maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP) y el uso de un desfibrilador automático externo (DAE) para restablecer el ritmo cardíaco normal. La rápida intervención es crucial, ya que cada minuto que pasa sin tratamiento reduce las posibilidades de supervivencia.

La prevención de la MCS implica el control de los factores de riesgo cardiovascular, el tratamiento de enfermedades cardíacas subyacentes y la promoción de un estilo de vida saludable. La detección temprana y el tratamiento adecuado de las afecciones cardíacas pueden reducir significativamente el riesgo de MCS en personas con factores de riesgo conocidos.

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